El prestigioso ingeniero y geólogo William Swayne se desempeñó profesionalmente en Potrerillos, y ocupó cargos importantes, a nivel sudamericano, en la Anaconda Company.
En 1952 le encomendaron efectuar prospecciones que permitieran hallar un nuevo yacimiento capaz de suplir a la mina de Potrerillos, cuyas reservas se estaban agotando. La Anaconda —de la cual dependía la Andes Copper Mining Company, propietaria de las pertenencias mineras de la quebrada de las Turquesas— ya había examinado el sector en 1922. Sin embargo, pese a que existían serias presunciones de que había un gran yacimiento, no se pudieron obtener las suficientes pruebas. Por eso, en febrero de 1950, Mr. Vicent Perry, vicepresidente de la Anaconda, junto a Swayne y los geólogos Sivensen y Brinley visitaron el cerro Indio Muerto. Como en dichas prospecciones no obtuvieron resultados positivos, trasladaron las faenas de búsqueda al campamento Antiguo y desde allí a la quebrada de las Turquesas. Empero, los resultados seguían siendo desalentadores.
El 6 de noviembre de 1953 suprimieron el proyecto y prohibieron a Swayne continuar prospectando en el último sector mencionado. Por ende, sin autorización de la Anaconda, William Swayne se lanzó a la aventura a partir del 1° de abril de 1954. Su titánica labor se prolongó por casi tres meses. Las perforaciones llegaban a 240 metros de profundidad, pero desde el suelo rocoso calcáreo del desierto de Atacama no se obtenían las anheladas muestras de óxido de cobre.
Recién el 14 de julio de 1954, tras 250 metros de sondaje, Swayne logró las primeras evidencias, al interceptar con la broca 66 metros de sulfuro, con una ley de 2,66%. De esta manera estaba frente al anhelado yacimiento que prolongaba la permanencia de Potrerillos. Por tal razón, el nuevo campamento minero fue bautizado como El Salvador.