Hoy recordamos una hermosa fecha: 7 de mayo de 1919.
Hablar del campamento minero de Potrerillos es hablar de innumerables sucesos que, de alguna forma, cambiaron la mirada de la actividad minera, a principios del siglo XX, en la Región de Atacama. También, es llenar páginas de historia social, económica y minera. No hay que olvidar que aquí nacieron, estudiaron, trabajaron y murieron cientos de familias.
Esta localidad registró sus primeras actividades mineras a fines del siglo XIX. Con capitales privados provenientes de empresarios santiaguinos, el mineral era conocido como Compañía Minera de Potrerillos. En aquel entonces, el método de explotación era artesanal, a través de pirquenes.
Luego, mediante carretas o a lomo de mula, el material era transportado al poblado más cercano y de mayor importancia en esos tiempos: Pueblo Hundido, actualmente Diego de Almagro. Sin embargo, la lejanía del mineral, así como la crudeza del desierto y la cordillera hicieron casi desconocido aquel lugar.
En los primeros años del siglo XX, el mineral de Potrerillos cayó en una grave situación económica, puesto que ya se habían acabado los capitales proporcionados por los accionistas y, por ende, se había acumulando una gran deuda con diferentes bancos. Esta difícil situación hizo casi imposible seguir extrayendo la valiosa sustancia inorgánica. Ni qué hablar de una posible construcción de carreteras o nuevas instalaciones, en medio de un virtual abandono.
Un aspecto casi desconocido es que la misma persona que estableció y modernizó la actividad minera de la sexta región de Chile, concretamente el mineral de El Teniente, se interesó por Potrerillos. Mediante informaciones de colegas y amigos, y también por datos de sus contactos cercanos vinculados al mundo financiero y empresarial de Santiago, el señor William Braden, tras desvincularse de El Teniente, compró todas las pertenencias de la Compañía Minera de Potrerillos el 7 de abril de 1913, en Santiago. Y a los pocos días, el 16 del mismo mes, las inscribió en el Conservador de Minas de Chañaral.
En un tiempo no lejano, razones políticas y economicistas decidieron el cierre de este lugar como vivienda de sus trabajadores. En consecuencia, los potrerillanos debieron abandonar su terruño y buscar nuevos horizontes.