En la esquina de las calles Atacama y Rancagua está situada una de las joyas arquitectónicas más bellas de Copiapó, la cual, además, luce bien cuidada. Hasta hace unos meses fue parte de la Universidad Santo Tomás, que contribuyó a su óptimo estado mientras la ocupó. Este palacete tiene una historia increíble. Por eso, acompaño el texto con fotos y una acuarela (ver abajo), para recordar parte de su pasado.
De su construcción, lo primero a destacar es su fachada principal, que forma un cuadro simétrico. A su vez, el muro maestro tiene un largo dos veces mayor que el alto. En tanto, la planta, casi cuadrada, posee una superficie de casi 176 metros cuadrados, con un corredor central que distribuye a sus cuatro habitaciones, esquema que se repite en el segundo piso. Y tiene un zaguán que está desprendido de la fachada, con un techo a dos aguas apoyado en dos columnas de imitación dórica.
La edificación se realizó con paneles estructurales prefabricados, resaltando en su fachada las molduras prefabricadas de madera y metal. En su interior, los recintos son iluminados por la luz natural, gracias a sus ventanales, los cuales levantan el nivel de la cubierta. Estamos en presencia de un edificio decimonónico que imita estilos anteriores, como el gótico o el barroco. Respecto de su historia, en Caldera este edificio —junto a otro de similar estilo— colindaba con las chimeneas de las fundiciones de la casa Livingstone y de la casa de August Hemmenway, a unos trescientos metros al sureste de donde hoy está el Club de Yates. Una de ellas perteneció a don Germán de la Piedra, pero desapareció en la década de 1920 producto de un incendio. Sus ruinas constituían lo que era conocido como la “casa de piedra”, debido a que sus bases eran de piedra.
La poderosa casa Livingstone y cía tenía oficinas y una habitación, al igual que la casa de Augusto Hemmenway, que era la filial de aquella empresa. Esta firma compraba minerales en Carrizal y en la boca del río Copiapó.
Al iniciar sus actividades en la villa de la Caldera, estas casas fueron trasladadas en barco desde Puerto Viejo. Sin embargo, después de la bonanza minera, la destrucción de las vías del ferrocarril y el desplome de los hornos con el terremoto de 1922, sus dueños optaron por venderlas y don Felipe Santiago Matta Goyenechea compró una de ellas. Los herederos del señor Matta, a su vez, la vendieron en 1934 a don Luis Maldini Guggiana, quien la trasladó en tren hasta Copiapó. Armada la casa, el señor Maldini fundó su imperio comercial en casi una cuadra de la calle Rancagua, pero en 1943 se la compró el ingeniero electricista de Barquito, don José Quiroga Morales, quien nueve años más tarde se la vendió a la familia Gallagher. Por su parte, la señora Mercedes, viuda de Gallagher, se la vendió a la familia Moreno, que tenía propiedades en el sector. En este hogar, junto a su padre, vivió toda su niñez el arquitecto de dilatada trayectoria Danilo Goic.
Hoy en día, este palacete tiene la categoría de edificio histórico, distinción otorgada por Sernatur en 1986. Por lo tanto, pertenece al catastro histórico arquitectónico de Copiapó, aunque no está catalogado como Monumento Nacional.
Para finalizar, agradezco a sus dueños por mantenerla en buenas condiciones, suerte que no han tenido otras emblemáticas casas de nuestra ciudad.