Iquique: la pesca del “boliche”

Iquique: la pesca del “boliche”

Por Fotos Ochenteras, Carlos Martínez, año 2016

No hubo pescador de la caleta El Colorado que no se destacara en la pesca del “boliche”, cuya fabricación era de pita, de muy frágil duración, pero firme al usarse en la captura. Su cordel era de “cabo de manila”, los flotadores de corcho natural y la plomada o peso, de plomo. Solo a veces se añadían cadenas de fierro. Eran los tiempos en que abundaba la cojinova, la de ¡dos por sarta!, así como jureles grandes que algunos llamaban “pavitos” al arrastrar sus colas cuando eran capturados y ensartados. Iquique, además, se encontraba totalmente abastecido corvinas y bonitos. A estos últimos se les sacaban los huevos, botando el resto al mar.

La historia, esa que suele transmitirse de voz en voz, cuenta que a fines de la década de los 30, Rosendo Zegarra Escobar, un coloraino de tomo y lomo, estaba en la vespertina del Teatro Nacional, sentado en la galería, cuando vio, al comenzar la función y previo a la película, un noticiario que le llamó la atención. Resulta que en el Mediterráneo, un grupo de pescadores, con la misma apariencia suya y de sus compañeros de caleta, capturaban atunes, ¡enormes atunes!, de los que era posible encontrar también frente al puerto de Iquique. Esto lo hacían con una red que el locutor denominaba “boliche”. Eso sí, esta era diferente a las redes que se usaban en Iquique, las de los colgantes, con plomada y corchos, que solo servían para apresar al pescado “amallado”.

Cierto día, tras varios intentos y burlas de su compañeros por no dar con los resultados esperados, Rosendo consideró que le faltaba fuerza y velocidad al realizar el encierro, por lo que llevó otro falucho de motor a la faena, el cual impulsó con fuerza el cordel que cerraba el «boliche». De este modo, las argollas funcionaron a la perfección. De ahí en adelante, el cordel “corrió” sin trabas, la acción resultó fluida y la pesca se acrecentó más allá de lo soñado por este coloraino de tomo y lomo…

Crédito: libro Mar Nuestra I, de don Juan Esteban Muñoz Silva. Iquique, Chile, 2015.

Foto: don Vicente Antica Sutic, un eximio bolichero, llevando sus sartas de cojinovas.