Flamenco es el nombre de una bahía de la Región de Atacama, distante a 32 kilómetros al sur de Chañaral y a 60 kilómetros de Caldera, unidos por la carretera Panamericana, ruta 5 Norte. Tiene conexión directa con la mina Manto Verde y la localidad de El Salado, a través de las carreteras C261, C225 y C209. También, de manera interna, está unida por una ruta de trece kilómetros con los balnearios de Porto Fino y Villa Alegre.
La palabra flamenco, según el Diccionario de la Lengua Española, podemos emplearla como sinónimo de chulo, lindo, bonito, gracioso. Por eso, es probable que la denominación de Flamenco a este lugar haya sido dada por los encomenderos españoles, quienes vivieron allí en el siglo XVII.
En sus cercanías, don Francisco Cisternas Carrillo y sus descendientes explotaron la mina.
Flamenco, desde tiempos milenarios, fue una caleta de changos surtidora de congrios y mariscos salados para la extensa minería del interior. En sus proximidades existen varios conchales y cementerios indígenas, los que han sido sobrepasados por el tiempo y los huaqueros ocasionales.
En 1825, el Gobierno de Chile oficializó la conversión de la bahía en un proyecto portuario, para embarcar minerales. En efecto, ese mismo año la Compañía Inglesa de Minas entró con mucho empuje en la inversión de capitales para labrar minería en todas partes, comprar minas, despachar expediciones de cateo y denunciar, por medio de sus agentes instalados en la región (Alejandro Delon, Martin Thomas y el perito ensayador don Rafael Esbry), todas aquellas minas y asientos mineros abandonados de plata, oro y cobre. Esta compañía, que trabajaba minas en todo el despoblado de Atacama, era muy poderosa. De hecho, su presidente era don Mariano Egaña, ministro plenipotenciario de Chile en Londres, Inglaterra.
Don Diego de Almeida descubrió varias minas, como las tres vetas de cobre en la Sierra de las Ánimas, entre Chañaral y Flamenco. Esta última localidad actuó como puerto de embarques menores, comunicándose por históricas carreteras con Chañaral de las Ánimas, Obispito, Montecristo, Tres Puntas, Chimberos y el mineral de Oro del Inca.
En 1857 el alemán Hugo Janequel explotó hartas minas en este sector, lo que produjo el nacimiento de varios poblados, entre ellos la caleta de Flamenco.
En 1883 se solicitó formalmente al Gobierno la habilitación de Flamenco como puerto de embarques. El ingeniero Francisco San Román, profesor del Liceo de Hombres de Copiapó, fue comisionado para este propósito, ante lo cual el Gobierno le encargó reconsiderar las fronteras nacionales y departamentales. Sin embargo, San Román desechó esa posibilidad e hizo prevalecer su teoría de fronterizar el país por medio de las hoyas hidrográficas, por sobre las altas cumbres. Por lo tanto, Flamenco quedó fuera del Departamento de Chañaral y no hubo interés de parte de otros departamentos de insistir en el proyecto.
Desde principios de siglo XX, Flamenco se convirtió en el destino preferido de aquellos mineros que con sus familias viajaban en carretas al litoral para disfrutar de los mariscos y pescados. Fue en la época de bonanza de los minerales de Tres Puntas y El Inca, distantes a unos 90 kilómetros de Flamenco.
Con el tiempo fueron habilitados algunos caminos desde los centros mineros Inca de Oro, Pueblo Hundido, Salitrosa y Chañarcito. Así, las visitas fueron cada vez mayores, pues con la llegada de los vehículos folleques se trasladaban familias completas a gozar de unas merecidas vacaciones y conocer la playa, ya que nunca habían visto el mar.
A partir del año 1963, los habitantes de esta localidad iniciaron una agresiva construcción de viviendas, avalada por los gobiernos de turno que abogaban por la ocupación de territorios, porque se decía que Chile era de todos los chilenos. De esta forma surgieron el cooperativismo y las juntas vecinales, mientras que las personas pudientes, incluso autoridades de la época, instalaron aquí su segunda vivienda, tal como ha ocurrido en el país desde tiempos inmemoriales.
Esta iniciativa, además, dio paso a una masiva concurrencia de habitantes de la provincia de Chañaral, que no tenían dónde vacacionar, puesto que la playa grande del puerto se había convertido en un peligroso lodazal, producto del empantanamiento por los concentrados minerales lanzados al mar.
Flamenco, pese a tener una de las playas más lindas de Chile, no ha sido considerado por Sernatur como destino turístico ni por Bienes Nacionales como lugar de inversiones. Y tampoco se menciona en el libro Hanantu («Descubre la arena», en idioma kunza), publicado por Corfo en 2012 y dedicado exclusivamente a las playas de Atacama.
Fotos: en la imagen de arriba se aprecia el arribo de familias para recrearse, tras viajar en los recordados buses de la empresa Incabus. Y abajo aparecen las primeras viviendas construidas por los empleados y obreros sindicalizados de los minerales de El Salvador y Potrerillos, para que los trabajadores pudieran disfrutar sus vacaciones en el litoral chañaralino.