Por Omar Monroy
En la localidad ferroviaria de Llanta vivieron cientos de habitantes. Sin embargo, hoy es un lugar abandonado. Solo algunas instalaciones están operativas. Es triste observar los vestigios de casas, plazas, cine, iglesia y otros inmuebles urbanos. Qué pena da ver árboles clamando por un poco de agua y otros que yacen absolutamente secos…
Al recorrer las desiertas calles de este legendario poblado, en donde se tejieron tantas vivencias extraviadas en el olvido, siento a la agazapada tristeza clavándome un cuchillo en la conciencia.
Entonces releo esas pocas páginas escritas con un lápiz amarillo por el tiempo.
En este momento, la melancolía me impide compartir fotos antiguas y otras que he tomado de Llanta desde hace algunos años hasta hoy. Recuerdo que en 2014 estuve almorzando en un acogedor comedor que atendía a trabajadores de empresas contratistas y de transportes. Ese ameno almuerzo lo compartí con mi amigo Julio Palma Vergara (QEPD).
Lamentablemente, el frío invierno vive ahora en Llanta. De seguro lo recorre en las noches mi tío Juan Alcayaga y otras ánimas, quienes deben deleitarse observando los añorados e inolvidables cielos estrellados.
Vaya mi fraterno saludo para todas las familias que vivieron y fueron felices en la otrora y hermosa localidad de Llanta.