El Qhapac Ñan o Camino de Inca -la gran hazaña de los pueblos andinos- que unió al Cuzco con todas las tierras conquistadas también llegó a Copiapó. Y si bien este camino ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en varios de sus tramos, el que conduce a la capital de Atacama, hasta el momento no ha sido parte de esta declaratoria. Por esa razón, el proyecto FNDR «Los Secretos del Camino del Inca a Pasos de Copiapó» financiado por el Gobierno Regional de Atacama en la glosa de actividades culturales para el año 2022, se ha propuesto estudiarlo y ayudar a su visibilización.
Marcelo Valenzuela, dirigente de la Agrupación Ecológica de Artesanos para el Desarrollo de la Energía Solar Intillapu, -entidad que presentó el proyecto- y coordinador de esta iniciativa indica que “el objetivo principal del proyecto es resaltar el valor patrimonial del Camino del Inca al norte de Copiapó y poner en valor los diferentes sitios ubicados en la Ruta del tramo de 20 kilómetros investigados, entregaremos un levantamiento topográfico, un libro y un microdocumental” expresó este dirigente que ha trabajado desde hace años con comunidades rurales, sociales y rezagadas.
El equipo de trabajo está compuesto por Eduardo Herrera en investigación, Gabriela Castro a cargo de la topografía, Mario Huerta en lo audiovisual y Jessica Acuña en las comunicaciones y difusión. Eduardo Herrera es investigador y escritor en memoria, medio ambiente y patrimonio cultural de Atacama y respecto a la investigación detalló que “hemos encontrado muchas evidencias de la presencia de los pueblos originarios: pircas, tambos, cerámicas, aguadas, señales, apachetas, hemos visto también que el camino tiene diferentes formas en algunas partes es una sola huella, con una dirección única, pero a la entrada a las quebradas forma curvas y se adecúa a la quebrada, no tiene una dirección directa norte-sur, va variando según el tipo de terreno”.
Un elemento importante es que estas rutas “se usaban desde mucho antes que llegaran los Incas, hay registros en diferentes localidades como en Tres Puntas, La Finca de Chañaral, Cachiyuyo, desde la cultura Molle, por tanto es una huella que debe tener más de dos mil años de uso”, explica y agrega que durante la ocupación Inca se las apropiaron para continuar con su uso.
El trabajo en terreno ha sido complementado con la investigación documental y una serie de entrevistas a académicos como el arqueólogo Carlos González, Alejandro Aracena, Cristian Muñoz, Guillermo Cortés en su calidad de director del Museo Regional, Omar Monroy como Director regional del Servicio del Patrimonio, Rodrigo Zalaquet encargado de pueblos originarios del mismo servicio, por nombrar algunos que lo han estudiado, como también operadores turísticos de Chilitrip Carlos Pizarro, y Yuvitza Osorio de Atacama Exploration, dirigentes de comunidades diaguitas Eduardo Echeverría y Karen Aravena, entre otros, quienes han mostrado su visión respecto a este patrimonio.
Eduardo Herrera indica que hay una discusión respecto a cómo llamar a este camino, ya que lo ideal sería “rescatar el nombre que usaban los pueblos originarios antes que llegaran los Incas pero se ha dicho que el vocablo que usaban antiguamente los diaguitas, el kakán, no tenía muchas palabras y eran sonidos más guturales, así que hasta el momento no hemos podido encontrarlos, por lo tanto algunas personas recomiendan mantener el lenguaje que se usó después con el Inca, que es el Qhapac Ñan”.