1) Las ruinas de Puquios se ubican en la precordillera, algunas 60 km hacia al este de Copiapó. Puquios era un pueblo minero con más de 5.000 habitantes, con estación de ferrocarril y alcalde. Sin embargo, a partir de los años 30 los mineros abandonaron este sitio. Hoy en día se pueden observar los restos de las plantas industriales, el cementerio y las casas. Estas últimas eran principalmente de adobe y al mirarlas uno se puede imaginar el diseño del siglo pasado.
Su ubicación cercana a sectores mineros como Dulcinea y Tres Puntas aseguraron un cierto desarrollo. Por eso, Guillermo Wheelwright proyectó a partir de Puquios una línea férrea hacia Argentina, pero la caída de la minería a finales del siglo XIX, problemas de financiamiento y dificultades topográficas impidieron la materialización de este proyecto. En 1895, Espinoza publicó una cifra de 626 habitantes en Puquios, localidad que estaba conectada con el ferrocarril de Caldera-Copiapó.
2) Carrera Pinto está entre Copiapó e Inca de Oro. Este pueblo quedó abandonado en las últimas décadas. Hasta los años 90 había una persona y un kiosco.
Carrera Pinto fue muy importante debido a su estratégica ubicación entre el temprano ferrocarril de Puquios y las minas de Tres Puntas, lo que aseguró un tráfico considerable de pasajeros y metales. Además, tras la construcción del ferrocarril Chulo-Inca de Oro en 1908 (Yunge, 1910), Carrera Pinto se tornó aún más interesante por sus minas cercanas e incluso se abrieron algunas plantas de concentración de minerales.
3) Carrizal Alto, que fue uno de los sectores mineros más importantes de la Región de Atacama, está entre Copiapó y Vallenar, unos 30 kilómetros hacia al este de Carrizal Bajo. Hoy en día solo quedan restos de este pueblo emblemático, mientras el gran cementerio todavía resiste, aunque el tiempo en desuso ya se nota.
Para llegar a Carrizal Alto se tiene que tomar el camino Carrizal Bajo-Panamericana y en Canto de Agua hay que doblar hacia al norte. Luego, un buen trecho sigue hacia Carrizal Alto. Un kilómetro hasta llegar al pueblo se ve a la mano derecha el cementerio. Durante todo el camino se puede observar el trayecto abandonado del ferrocarril.
Como en todos los sitios históricos, se recomienda no llevar artefactos, no destruir los restos ni botar basura. E ingrese al cementerio con toda la conciencia de que es un lugar sagrado donde descansan los restos de los habitantes de este pueblo.
4) El Morado se encuentra a unos 43 kilómetros hacia al oeste de Domeyko. En el pueblo todavía están las casas casi intactas. El gran número de construcciones son de adobe y tabique. Solamente algunas son de pircas o de pura madera. Las estadísticas señalan que alrededor de 1895 solo había 295 habitantes.
En la entrada de este antiguo centro minero llama la atención el derrame del tranque de relave ubicado unos kilómetros más arriba. Lo otro llamativo es que El Morado —que no era un pueblo demasiado grande, pero tampoco pequeño— no figura en muchas cartas históricas. Por eso, no está incorporado completamente en el mapa de 1919. Recién figura en los mapas de los años 50 en adelante.
En 1952 se intensificaron las actividades mineras, por lo que esta localidad renació. Así, con una tecnología más moderna y una productiva planta de concentración de minerales trabajaron hasta finales de 1973.