Recopilación y registro: Bernardo Villegas Díaz
En sus comienzos, la isla Guacolda fue habitada por indígenas. Ello se sabe por la gran cantidad de vestigios hallados en las excavaciones para la realización del muelle de la CAP (Compañía de Acero del Pacífico). Posteriormente, durante la construcción de la termoeléctrica Guacolda en la década de los 90, fue encontrada una estatuilla de un indio de origen inca. Después, con el tiempo, esta zona pasó a ser refugio de pescadores y arrieros.
A este sitio se llevó ganado caprino y de asnos, por lo que se fabricaron grandes corrales (pircas). Para trasladarlos, los amarraban y los cruzaban nadando desde la orilla continental a la orilla de la isla, dentro del caletón.
Aquí también se empezó a celebrar la fiesta de San Pedro. Una muestra de la fe religiosa era una imagen del santo conservada varios años en el cerro que está detrás de donde se encuentra hoy el muelle de servicio.
El 25 de junio de 1847, el diputado de Vallenar y Freirina (Departamento de Huasco), José María Montt Goyenechea, envió una carta al gobernador del departamento, Ambrosio Campusano, para que le solicitara al presidente Manuel Bulnes la autorización del traslado de Puerto Victoria (actual Guacolda) cuatro km hacia el norte, a la actual explanada y ladera próxima a la desembocadura del río Huasco, que era conocida como Puerto Viejo (1804).
Aquel lugar, antes de Puerto Viejo se llamaba Puerto Victoria. Pero, como se sabe, no sería su único nombre. Al respecto, existe una singular historia. Sucede que después del terremoto de 1922, don Felipe Wiegand Ognio, capitán de fragata de la corbeta Baquedano, llegó a Huasco para evaluar las consecuencias de este movimiento telúrico, siendo hospedado en la casa de un señor apellidado Pérez, quien tenía puras hijas mujeres, todas con nombres de indias. A Guacolda, la más pequeña, el capitán le tomó mucho cariño y aprecio. Por eso, bautizó a la isla con su nombre, el cual se mantiene hasta el día de hoy.
En 1957, la CAP adquirió la mina Algarrobo y en 1960 unió la isla Guacolda al continente, trabajo realizado por el primer contratista que tuvo esta empresa, don Ramiro Bruzzone Olivares, quien se encargó de rellenar la punta del escorial, donde desembarcaron la maquinaria y los vehículos para la construcción del muelle de atraque del terminal. De igual forma, para acarrear el mineral se construyó la línea férrea de Algarrobo a Maitencillo (48 km) y otra desde Huasco a la isla Guacolda (8 km).
Entre 1960 y 1962 se erigió el muelle mecanizado Guacolda 1 para atracar barcos de hasta 40.000 toneladas. El primer embarque, efectuado el 22 de febrero de 1962, lo realizó el buque Joya del Pacífico, cargando 10.000 toneladas.