Por Fotos Ochenteras, Carlos Martínez
Durante muchos años, la etimología popular señaló que la palabra «Cavancha» tenía su origen en el vocablo «camanchaquero», el cual era empleado por una antigua tribu que vivió en la costa, entre Cobija y el norte. Sin embargo, fueron los mismos sucesores del tronco familiar de los changos —que se quedaron a vivir en la península— quienes desmintieron dicho origen y resolvieron el misterio, atribuyéndole un significado más lógico. Claro, con algo de realidad y leyenda a la vez…
Ellos sostenían que durante los siglos XVII y XVIII, la ciudad era frecuentada por piratas, bandidos, asaltantes y merodeadores, todos queriendo «hacerse la América» en un poblado famoso por sus minas de oro y plata. Por eso, en cada embarque, los dueños de las minas disponían de guarniciones de seguridad para custodiar el material listo para embarcarse a Europa. No obstante, era común que corsarios y piratas de alta mar y del borde costero del Pacífico tomaran, a la fuerza y con sangre, los cargamentos de barras y lingotes.
A dos kilómetros al sur de Iquique se alzaba esta península plana y sencilla, pero con nutridas leyendas de que bajo la superficie de sus suelos, los ricos empresarios enterraban sus tesoros y cargamentos de oro para evitar ser víctimas de los crueles corsarios. Todo esto lo hacían en el más absoluto hermetismo. Ello dio paso a esta leyenda que se ha traspasado de generación en generación, aunque solo en las familias de estirpe.
Los asaltos de piratas extranjeros, que mantenían aterrorizados a los dueños de las minas de oro y plata, estaban a la orden del día. Incluso, una tarde, los españoles radicados en Huantajaya se enteraron de que en una cava muy amplia, en la península ubicada a una lonja playera, se había enterrado un tesoro de inmenso valor, perteneciente al fugitivo cacique Tuscasonga. La información corrió de boca en boca, llegando al conocimiento de piratas y enemigos del cacique. Sin embargo, nadie halló nada porque los indios cómplices del fugitivo no dejaron rastro alguno del tesoro escondido en esa cava extensa y ancha que por sus características sería conocida, por los siglos de los siglos, como Cavancha.
Foto: gentileza de Pizarro.
Libro: Cavancha en el recuerdo.